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Vicente J. Baixauli, vicepresidente de SEFAC

¿Qué queremos con los servicios profesionales farmacéuticos?

Los servicios profesionales farmacéuticos (SPF) son uno de los asuntos que más debate generan en la actualidad del sector. Pocos dudan, sobre el papel, de su importancia para el buen desarrollo de la farmacia comunitaria en el marco del Sistema Nacional de Salud (SNS). Sin embargo, cuando se habla de SPF no pocas veces surgen controversias y, en ocasiones, se menciona como un asunto de futuro o, al contrario, como algo que siempre se ha hecho en las farmacias y que no precisa una preparación especial e, incluso, como si fuera una cuestión promovida por el interés de unos pocos. En todo caso, y aunque es innegable que aún queda mucho por hacer, la mejor manera de que algo no avance es, precisamente, perderse en debates teóricos sin concretar los pasos en el camino. Es por esto que conviene plantearse si realmente la profesión farmacéutica cree y confía en el potencial de los servicios profesionales farmacéuticos. En SEFAC estamos completamente convencidos de ello, por eso creemos que hay que trabajar en los SPF no con una perspectiva del futuro de la profesión, sino del aquí y el ahora y desde la formación y la evidencia científica. En definitiva, tenemos que pasar a la acción y construir haciendo, implantando en nuestras farmacias todos aquellos servicios que seamos capaces.

Vicente J. Baixauli, vicepresidente de SEFAC

Es importante tener claro que no vale todo si queremos que el concepto de SPF no se desvirtúe y pierda su valor, ya que no todas las actividades que se llevan a cabo en una farmacia pueden considerarse SPF. Según la definición del Foro de Atención Farmacéutica en Farmacia Comunitaria los SPF considerados asistenciales son aquellas actividades sanitarias prestadas en la farmacia comunitaria por un farmacéutico que emplea sus competencias profesionales para la prevención de la enfermedad y la mejora tanto de la salud de la población como la de los destinatarios de los medicamentos y productos sanitarios. En definitiva, son servicios que se deben alinear también con los objetivos del sistema sanitario en el que se enmarcan y que deben ayudar a la mejora de la salud del paciente.

De este modo es cuando cobra todo el sentido que los servicios profesionales estén protocolizados y, en los casos necesarios (por ejemplo en casos que implican una derivación al médico), consensuados científicamente con otros profesionales sanitarios que puedan intervenir en el proceso de atención al paciente. Es mediante su protocolización cuando los SPF pueden ofrecer plenas garantías de calidad y seguridad a los pacientes, ser evaluados para medir su eficiencia (mediante el registro de datos) y aspirar, en definitiva, a ser incorporados a la cartera de prestaciones del SNS y ser retribuidos.

Otros dos aspectos básicos para el desarrollo de los SPF es tener en cuenta que la prestación de servicios profesionales requiere de recursos, tanto humanos como materiales, y que no siempre estos recursos serán asumibles por todas las farmacias. ¿Significa esto que los SPF no están al alcance de todas las farmacias? No necesariamente, hay muchos servicios posibles y no todas las farmacias tienen por qué ofrecer todos los servicios. De lo que se trata es de que cada farmacéutico sepa qué servicios puede ofrecer en función de sus características: recursos materiales y humanos, pero también población diana de su entorno, sus pacientes y, especialmente, la formación de la que dispone.

Precisamente la formación es otro de los grandes caballos de batalla que rodea el debate sobre los SPF, pues hay voces que defienden que el título de Grado ya capacita al farmacéutico para prestar cualquier servicio farmacéutico. Honestamente, desde SEFAC consideramos que esta opinión, aunque respetable, no está en consonancia con los tiempos actuales. No hay duda de que, como en otras profesiones sanitarias, para ejercer en farmacia comunitaria y adquirir nuevas competencias es necesaria una actualización constante de los conocimientos que van más allá de la titulación universitaria y que deben adquirirse mediante la formación continuada y programas específicos de capacitación. Por eso desde SEFAC hace años que venimos trabajando en distintos proyectos como CESAR (cesación tabáquica), impacHta (HTA y riesgo vascular), EPOCA (EPOC), Revisa (Revisión del Uso de los Medicamentos) y otros similares, en colaboración con otras sociedades científicas y que combinan la formación teórica con la práctica y el registro de casos clínicos.  

Todos estos aspectos, en su conjunto, deben hacernos reflexionar sobre qué camino queremos tomar con los servicios profesionales farmacéuticos. Pues es evidente que si queremos avanzar debemos hacerlo desde ya, con determinación y asumiendo que no siempre será un camino cómodo, pues implica un cambio de paradigma de centrar la labor farmacéutica en el medicamento como producto a focalizarla en el conocimiento sobre el medicamento, el uso y los resultados de éste en el paciente, y no podemos olvidar que las cosas que en la vida tienen realmente valor ni son fáciles, ni son rápidas, ni suelen ser gratis.